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La caza y cría de linces: un tema sangrante

Purificación González de la Blanca, ex vocal del Patronato del Parque Nacional de Doñana, ha publicado un interesante artículo con el título “La muerte de linces: un tema sangrante”, en el cual se ofrece información acerca de un tema sobre el que existe un gran desconocimiento entre la población, defensores de los animales incluidos. Me refiero a los programas de cría en cautividad de linces, que tienen por objetivo aumentar la reducida población de linces existentes a fecha de hoy.

Según Purificación González, 72 linces viven encerrados en España, y el 40% de ellos sufren una “misteriosa enfermedad renal”. Los linces están acostumbrados a recorrer grandes distancias, motivo por el cual sufren problemas de salud al vivir encerrados como parte de los citados programas.

Este no es el primer caso así. Un lince, llamado Caracortada, quedó ciego al ser capturado en 2002 en la Sierra de Andújar. Una vez en cautividad, fue encerrado en una jaula, donde murió de tuberculosis. Sufrió el mismo destino que decenas de linces capturados, varios de ellos mencionados en el artículo de Purificación González: Acebuche, Maki, Wary, Nuria, Auriga, Rómulo, Alba, Román, Understand, Mary Angeles, Domingo, Javitxu, Carlos, Elsa, Escarlata, Borja, Garfio, Bárbaro…

Dicho desenlace no nos puede sorprender si tenemos en cuenta que Doñana fue cubierto de cepos Victor, fabricados en EEUU, que han dejado lesionados o mutilados al 60% de los linces que cayeron en los mismos. Dichos cepos fueron prohibidos, pero a día de hoy son empleados otros métodos para cazarlos.

Sí, cazarlos, porque de eso se trata. De perseguir a un animal hasta atraparlo, al igual que hacen aquellos que, arma en mano, persiguen a sus víctimas en la naturaleza. Y, de la misma manera que existen cazadores que usan animales (perros, aves…) para atrapar a otros, lo mismo hacen quienes participan en los programas de cría en cautividad de linces. En este caso son usados conejos, inmovilizados con el objetivo de que los linces caigan en las trampas.

El especismo es la discriminación de los animales que no pertenecen a una determinada especie. Quienes rechazamos el especismo, nos oponemos a los programas de cría en cautividad. No consideramos justo que unos animales sean usados como presas para atrapar a otros, ni tampoco que unos animales sean cazados y encerrados para garantizar el mantenimiento de la especie. Es cada animal, cada individuo, el que tiene capacidad de sufrir y disfrutar. Las especies no tienen esa capacidad, pues especie es un concepto taxonómico empleado para denominar a aquellos individuos con características comunes. Perjudicar a individuos para mantener una especie revela una postura antropocéntrica: considerar que la naturaleza es un museo de especies que los humanos tienen derecho a contemplar, el cual debe contener el máximo número posible de obras/especies.

Acciones claramente especistas, como dar caza a linces (en ocasiones usando conejos) y encerrarlos, son presentadas ante la opinión pública como una muestra de preocupación por los animales. Pero esto no tiene nada que ver con preocuparse por los animales, sino todo lo contrario. Los programas de cría en cautividad de linces, al igual que los establecidos para las demás especies en peligro de extinción son discriminatorios, y perjudican a individuos con la capacidad de sufrir y disfrutar: linces y conejos. Este es un ejemplo más de la diferencia entre el movimiento ecologista (que tiene por objetivo defender la biodiversidad y el equilibrio de especies, generalmente a costa de los individuos) y el movimiento antiespecista.

¿Veríamos correcto atrapar y encerrar a aquellos humanos pertenecientes a tribus con pocos individuos, de modo que se pueda evitar su desaparición?

Es tarea de quienes defendemos a los animales, a todos los animales, explicar a la sociedad que no es justo que usemos a los animales para alimentarnos, vestirnos, divertirnos y experimentar. Y que tampoco es justo cazar linces (provocando además la muerte de conejos) y encerrarlos.

Es tarea de quienes defendemos a todos los animales decir a la sociedad que no somos ecologistas.


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